El hombre siempre se ha manifestado a través de las artes, así nos llegan desde tiempos remotos sus creaciones, y de su mano, sus costumbres, su vida, y su historia. La danza no es ajena a este fenómeno, pues ha formado parte de la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales y es de las artes que a través del tiempo ha sido un exponente importante para la humanidad, utilizándose para diversos fines, como artísticos, de entretenimiento, culturales y religiosos.
Es una de las pocas artes donde nosotros mismos somos el material y punto de atención. Es un arte bello, expresivo y emocionante, un vehículo de comunicación de la subjetividad, de estados emocionales, de ideas, de conceptos, a través del cuerpo organizado rítmica, espacial, temporal y tónicamente, no importa que esta danza sea más o menos espontánea, más o menos codificada, repetible o irrepetible, la danza se ha convertido en nuestra época en una actividad de importancia singular: las causas de este encumbramiento las podemos descubrir en su propia naturaleza y en la necesidad que siente el hombre de realizar practicas y ejercicios de tipo colectivo. Sin embargo, esta importancia de la danza hoy en día es la culminación de ancestrales ciclos evolutivos, a través de los cuales ha asumido y conservado dos características esenciales que colocan en una situación artística y social privilegiada.
En diversos tiempos y espacios culturales la danza sobreviene y se desarrolla gracias a su capacidad para penetrar en otro tipo de acciones, ritos y actividades, que le permite enriquecerse a través de la asimilación de elementos de los cuales carece.Ademas la danza conserva las premisas y funciones propias de su naturaleza, así como los elementos básicos que la hacen posible: el cuerpo humano, el movimiento y el espacio.
Gracias a estas características esenciales, la danza constituye un movimiento definido e interrumpido a lo largo de la historia. Aunque su practica incluya distintos modos, estilos y tendencias.
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